Soneto 125. ¡AY DE LOS AMIGOS QUE NO ME QUIEREN!
¡Ay de los amigos que no me quieren
después de decirme que me han querido!.
¡Ay de los puñales que me han herido!.
¡Litros de sangre que no se digieren!.
¡Ay de las mentes que, inertes, prefieren
gritos de guerra y espasmos de aullido!.
¡Ay de la sorna con la que he perdido!
¡Litros de llanto de amistades que hieren!.
El fresno del río es mi guarida
y es la terapia que me deja inmune
a los sinsabores de tanta herida.
La palabra se queda suspendida.
El silencio nuestra amistad desune
y atrás dejamos jirones de vida.
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