Soneto 65. ¿QUÉ TE PASA?
Bajan parcas las aguas en cascada,
cubren me sedienta impaciencia rota,
alivian, nunca, mi última derrota
y se arremolinan en torno a nada.
Un vástago del onanismo anota
el relieve de la piedra ahogada
y se cita a la hora ya acordada
con la fugaz sensación con que explota.
Al paso del tiempo, que firme pasa,
el encuentro se hace esperar por horas
y, en la espera, el tiempo se retrasa.
Gracias. Por haber venido a mi casa,
por convertir soledad en esporas.
Gracias por no preguntar qué me pasa.
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