Soneto 59. MAR DE DESENGAÑOS
Como choque de coche en cristaleras,
aluniza para robar las almas
y, en tres segundos, invade las calmas
hasta apropiarse de las primaveras.
Cuando escapa, aturde a las palmeras
y deja exceso de sexo en las camas,
se excita con las manos dando palmas
y derrumba mástiles de banderas.
Me engaña al evitar mayores daños
y huye del mal que se esconde en los egos
para no marchitarse con los años.
El sol logra secar todos los paños
y, en un descuido, que nos deja ciegos,
el mar nos engulle en los desengaños.
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