Soneto 87. TIERRA
La madre Tierra luce tan hermosa
desde los satélites del espacio
que no concibe morirse despacio
en agravios de mano temerosa.
En un impás de guerrera forzosa,
su último desafío es el prefacio
del valiente planeta que es reacio
a morir en actitud dolorosa.
La Tierra, que te abraza como a un hijo,
no concibe energías nucleares
ni quiere ser tratada como alijo.
El mar, el sol - y duendes naturales -,
- ecologistas de criterio fijo,.. -,
serán el fin para todos los males.
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