Soneto 94. TE CONOZCO
Sobre alguna cama, sin estilismo,
en el rescoldo de algún sueño breve,
has conseguido que mi alma se eleve
y me has lanzado al puto salvajismo.
Te conozco, tanto, como a mí mismo,
que no concibo un instante tan leve.
Mi mano, solitaria, se conmueve,
y la libido estalla de erotismo.
De las oníricas copulaciones
se escapa la metáfora, en su arrojo,
y el sueño no da más explicaciones.
De pronto despierto. No hay seducciones.
En mi cabeza caigo con sonrojo
y echo de menos tus conversaciones.
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