Soneto 16. RUINAS DEL EMBARCADERO
Sobre las ruinas de un embarcadero
emerge el epicentro de una ruta
que en el cielo y en el agua se permuta
con la purpúrea frialdad de acero.
En el lagar queda un vino casero
destilado en la aletargada gruta
de estibadores, de exótica fruta,
que cargan y descargan su trastero.
A veces es duro admitir que quiero
seguir escribiendo en esta minuta
donde tengo la foto de tu trasero.
No pienses que soy bruto, - ni grosero -.
La piel de cada estacada muere y muta
en las astillas del abrevadero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario